«Recordando la celebración de Todos los Santos y el día de los Fieles difuntos se acentúa el vínculo que une estas dos solemnidades, “la alegría y las lágrimas que en Jesucristo encuentran una síntesis que es fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza”.
Jesús mismo nos ha revelado que la muerte del cuerpo es como un sueño del cual Él nos despierta y con esta fe, nos detenemos también espiritualmente ante las tumbas de nuestros seres queridos. Por ello estamos llamados a recordar a todos, también a aquellos que nadie recuerda: las víctimas de las guerras y de las violencias, tantos pequeños del mundo aplastados por el hambre y por la miseria.
El recuerdo de los difuntos, el cuidado de los sepulcros y los sufragios, agregó el Pontífice, son testimonio de una confiada esperanza, radicada en la certeza que la muerte no es la última palabra sobre el destino humano, porque el hombre está destinado a una vida sin límites, que tiene su raíz y su cumplimiento en Dios».
(Fragmento del Mensaje en el rezo del Angelus del Papa Francisco en el, Roma, 2016)
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